sábado, 8 de octubre de 2011

mascota [Agosto]

El sepelio de Alice fue algo serio, con pocos asistentes y sin sacerdote.

-Jill, ¿Haz visto a Chris?
-No Albert. Desde hace 3 semanas no se de él. ¿Pasa algo?
-Nada, solo preguntaba para charlar de algo mas ridículo e innecesario.

El largo camino a casa de Jill se hizo peor por el silencio, pero ni ella ni Albert se atrevían a entablar conversación.
Un timbre monótono rompió el silencio en su incómoda cumbre.

-¿Si?, Oh, hola Chris. Si, él está conmigo... si, está bien... ¿Quieres hablar con Albert?, si, enseguida.
Jill cedió en móvil a Albert, quien frío y taciturno habló con el chico.

-Si. No. No. Triste, como todos. Bien. Si, también bien. Ajá. Si. De acuerdo, en la noche en el bar.
Jill no podía creer lo que escuchaba: Albert aceptaba una invitación para salir con alguien.
-¿Crees que podrías venir, Jill? No quiero estar solo cuando el niño se marche...
-¿Y si no se marcha? ¿y si se MARCHAN? ¿Me quedaré yo sola en el bar?
-Podrás acostarte con el bartender moreno. Le gustas mucho.
-Deja de decir tonterías. El sol atrofia más de lo normal tus capacidades cerebrales.
-Vienes o haré que vengas, tú elijes.

Ese fue el fin de la conversación, y reinó el silencio de nuevo, pero más frío y viscoso que antes.

Al caer la tarde, Albert estaba tranquilo, esperando que diera una hora apropiada para ir al bar. Jill se había arreglado como de costumbre, y tranquilamente paseaba por la habitacion en qu Albert aguardaba desesperado.

-Vamonos ahora, que me desesperas Jill.

Llegaron al bar y en la barra Chris bebìa un martini. Vestìa de forma elegante un traje de satìn negro y una camisa escarlata.
Se levantò con presteza del banco, apartò a Albert de Jill y dijo a esta: -Esta es una reuniòn privada, Jill, asì que regresa a casa, o vete con el primero que te ofresca una cantidad descente.-

-Hey estùpido, ve a joderte a alguien màs. Me quedo aquì aunque te castre-Dijo ella burlona, pero Albert se adelantò y con una mano le indicò que todo estaba bien, que podìa dejarlos solos. Jill se marchò al otro extremo del bar y desapareciò de la vista de los hombres.

-Habla niño, que por algo m...-Los labios de Chris se posaron, apasionados sobre los de Albert haciendole enmodecer. El rubio correspondiò el beso sin percatarse ni preocuparse de las miradas ajenas.
No pasaban màs de 6 minutos sin besar el uno al otro, hasta que descidieron huir al apartamento del joven.

Un abrazo, una caricia, y la entrada a la entrega total al amor. Minutos, Horas, la noche entera uno convirtièndose en la segunda piel del otro.

El alba pasò, la mañana y callò la tarde.
-¿Còmo logras que te ame, niño tonto?
-Si te lo digo, hombresote, dejaràs de caer en mi juego...

Un beso y el juego comienza de nuevo...

~ Favor de dejar un mensaje en el buzòn de voz.
-Albert, soy Jill, necesitamos hablar... es sobre Alice... Bùscame cuanto antes...-  ///

viernes, 29 de julio de 2011

Rizos

Una bala atravesó el aire, rompió el silencio y detuvo un instante en la pared... Había muerto...

Alice caminaba por la orilla del parque a media noche... el rumor del viento jugueteaba con su cabello mientras ella se perdía en sus pensamientos... algo detrás la distrajo, pero fue demasiado lenta la reacción...

Esa mañana, Albert y Alice se habían encontrado para ver que pasaría con ellos, con Chris y con la situación en la que se encontraban...

-Estás loca, si crees que le diré que se mude a mi casa... No toleraré que un niño inmaduro y cobarde esté en mi casa.
-Entonces no te quejes si el día de mañana el ''niño'' empieza a salir con alguien más, se casa y hace una familia... No tendrás derecho entonces de reclamar nada Albert, piensa.
-¡Aún así me niego mujer, no lo haré!

La discusión se prolongaba y no llegaban a ningún acuerdo. Alice salió varias veces para caminar, y Albert la acompañaba para despejar su mente un poco.

Albert sacó su móvil al atardecer y le marcó a Jill, quien le dió referencia del estado de Chris.
-Se encuentra bien, Albert, no debes preocuparte tanto.
-Hablas muy segura Jill, Espero que no me mientas.

Albert colgó abruptamente y se enjugó el sudor que corría por los lados de sus ojos.

-Vamos por una cerveza, creo que es lo que te hace falta para relajarte un poco y pensar más claro.
-Vamos Alice, vamos.

Caminaron al bar mas cercano, entraron y comenzaron a beber, sin darse cuenta, hasta que las preocupaciones se esfumaron.
Albert tomó su camino, Alice el suyo y el silencio se hizo entre ellos...

Albert entró en su apartamento, se desnudó y entró en la ducha. Al salir se metió directamente en la cama y calló sumido en un profundo sueño.
Alice, por su parte, siguió caminando, mientras se perdía en los hilos que tejían sus pensamientos, sin darse cuenta de que alguien la seguía de cerca.
Las horas pasaron, la oscuridad de la noche se adentró en los rincones más alejados de la ciudad, y el silencio reinó casi por completo.
Sin embargo, un pequeño descuido arruinó la perfección del silencio
Alice se dio la vuelta, lo que solo le valió para saber en manos de quién había muerto...

-No te volverás a acercar a mi hombre...-

~
-Jill, ¿Está contigo Chris?...

lunes, 27 de junio de 2011

Instantáneo

Hacía tiempo que Albert esperaba una visita... Alguien que vendría a revolucionar su vida y la del joven Chris.

El sol abrasaba las calles. Un motor resonaba en medio del silencio. Unos ojos azules registraban cualquier movimiento y volvían un retrato cualquier escenario.

La puerta de la oficina de Chris se abrió de golpe, aquellos ojos azules se posaron en el rostro del chico, escudriñándolo.
-¿Qué haces tú aquí?-Él sonaba angustiado... un resto de ansiedad se desprendía de cada palabra.
-Vine para arreglar un asunto- Ella sonaba tranquila, más indiferente que nada.-Salgamos-.

Salieron juntos y enfilaron las calles hacia un parque solitario.
El primer día que se encontraron, la primera mirada, el primer sentimiento.

-Tenemos que ver a alguien-Ella hablaba pausadamente -ÉL llegará pronto-.
-Hablas de... ¿Albert?- Una nota de temor se abrió paso por la voz del niño.
-Efectivamente-.

Un poco de ansiedad no debería dañar a nadie, pero en Chris los estragos eran enormes: sudaba y se agitaba con cualquier sonido de pasos.

Pasaron dos horas, tres... Calló la noche y Albert no llegó a la cita.

-Vamos por una copa- Ella Hablaba automáticamente, sin sentimientos...
-Vamos...- Él respondía por inercia.

Llegaron a un bar, tomaron cada cual una cerveza, y charlaron de cosas irrelevantes.
Al acercarse la madrugada salieron riendo, sin saber siquiera de que hablaban.
Llegaron al cuarto en que Ella se hospedaba y, perdidos en el alcohol, se entregaron a la pasión que años antes había reprimido.

Despertaron abrazados en la bañera, sin saber cómo habían comenzado las cosas.

-Debo ir al...- Los labios de ella callaron la voz del chico.
-Shhh, solo déjate llevar...-

Comenzaron de nuevo aquel circo de fuego y giros...
Casi cayendo la tarde comenzó Chris a pensar en las cosas que pasaban...

Alguien entró en la habitación... Una mirada, una sonrisa, algo no encajaba...

La voz de ÉL sonó hueca y fría
Albert estaba mirándolos...

-Hola, Alice...-

martes, 17 de mayo de 2011

Tormentas

Un momento crucial se acercaba a la vida de Albert y Chris, pero ni uno sabía como ni cuando sus vidas se unirían más de lo que ya estaban...

Al atardecer, Chris caminaba lentamente por su oficina pensando... la última nota de Wesker lo había perturbado sobremanera, al grado de robarle el sueño, la conciencia, la vida entera...

-¡¡¡REDFIELD!!!. ¡DEJA DE HACER ESO O LE HARÁS UN AGUJERO AL SUELO, HOMBRE!!-los compalñeros en la oficina retaban a Chris cuando lo veían divagar ensimismado.

-¡Tengo que llamarle, Tengo que verlo!- Tomó el teléfono gris del escritorio y llamó a Jill, en busca de Wesker
-No, Chris, no se donde está Wes...-La voz de Jill se ahogó y se cortó sin más explicación...
-¿Por qué me buscas, niño?-La voz de Albert resonó en el fondo de la conciencia de Chris, mientras el corazón se le aceleraba en el fondo del pecho
-Necesito...que hablemos... frente a frente...-Reunió todo el valor que tenía y por fin pudo responder
-En tu apartamento, a las 9 de esta noche-Dicho esto, Albert cortó la comunicación.

Llegó temprano a casa, se duchó a conciencia, preparó una cena sencilla y esperó...
Pasadas las 11 tres golpes resonaron por la casa...

Instintivamente Chris se puso en pie y corrió a la puerta... el cañón de un revolver plateado le apuntaba al entrecejo.

-Dime de una vez que es lo que quieres, que no tengo todo tu tiempo, chiquillo-. La voz de Albert era fría y filosa, como la hoja de un cuchillo nuevo.

-Te amo-. Con esto, Chris se acercó a Albert y posó sus labios sobre los del rubio, dejándolo así bloqueado por completo.

Una oleada de pasión se despertó entre ellos... Chris no opuso resistencia cuando Albert lo condujo a la sala... Se dejó desvestir por las manos ansiosas de Albert... y se perdió en los besos fogosos que este le regalaba a cada instante, privándolo del aire para respirar, y sustituyendo ese aire por pasión...

Envueltos por las fuertes olas de una marea indomable de fuego y pasión, las caricias fueron subiendo la temperatura de ambos, llevándolos hasta el punto más alto de exitación y placer al estar uno entregándose al otro, complementándose...

Una caricia lenta por la espalda de Chris... un gemido suave, de los labios de Wesker... ese punto fugaz en donde, en un mismo orgasmo, ambas almas estallan en mil fragmentos recubiertos de lujuria y placer...

Agitados, quedan rendidos al alba sobre el suelo de la sala, abrazando Albert a Chris por la espalda, si dejar de poseerlo...

-Te quiero...-Las frágiles palabras sonaron como música a los oidos de Chris, quien, deseoso, buscó los labios de Albert para fundirse de nuevo en esos mágicos besos...

-Yo tambien...

viernes, 22 de abril de 2011

desprecio

Albert amaneció sin fiebre,con Jill en sus brazos, desnuda y dormida, pero su mente aún estaba en aquellas calles cercanas al bar que aquella madrugada habían sido testigos del acto mas valiente de su existencia...

Cerró los ojos para tratar de recordar con más detalle el rostro del chico y tratar de recordar el perfume que se destilaba de su piel... se quedó recordando un rato largo, abrazando a Jill, sin hablar ni moverse... solo pensando, recordando e imaginando...

Tras unos instantes se puso en pie, se vistió de prisa y salió... caminó por las calles atestadas de gente y llegó a un pequeño restaurante, alejado de las miradas de los curiosos...
Tomó una servilleta, una pluma y escribió por todos los posibles espacios del papel... Guardó la servilleta, dejó un billete sobre la mesa y salió.

Caminó por las calles sin saber a donde iba realmente, entró en algunas cafeterías, en un centro comercial y en una tienda para deportes sin comprar o consumir nada.
Esperó a que el sol cayera un poco y sacó el teléfono... marcó al departamento de Jill, pero ella no estaba, entonces la llamó al móvil.

-línea fuera de servicio...-
-Cancelaste la linea... bastante inteligente...- Marcó otro número y dio el nombre de Jill y le dieron un número... marcó 3 minutos después, para memorizarlo y espero... tres timbrazos, nada más...
-¿Hola? ¿Quién habla?
-Hola cielo... ¿Creíste que podrías escapar tan fácilmente de mi?
-Carajo Wesker... ¿no piensas dejarme en paz? ¿que crees que toda mi vi...
-Cállate y escucha... hoy a las 8 en casa del niño ¿entendido?
-¿Qué niño?¿CHRIS? ¿ESTÁS LOCO ALBERT? ¿QUE PIEN...
-Primera: No-Me-Grites... Segunda: si, casa del niño. Te espero
-¿Pero pa...-Albert cortó la comunicación sin escuchar el principio del reclamo de Jill si quiera... Estaba decidido a terminar con todo...

Esperó a que fueran las 8 menos diez, tomó un taxi y se dirigió a casa de Chris... Pagó, bajó y esperó tras las sombras de la acera de enfrente.
La puerta se abrió... salió una chica morena de buen ver y se vio despedirla a Chris... Cuando la chica se hubo alejado, Albert se acercó, tocó la puerta dos veces con los nudillos, pese al timbre, y sin esperar a que Chris preguntara nada al abrir y verlo, entró en la casa y cerró con llave
-¿Hay alguien más en casa?
-¿Qué hace usted aquí?, ¿Qué es todo esto? ¿Que le importa?
-¿Quieres que más sangre de la necesaria corra hoy?-La voz de Wesker sonaba fría y hueca...
-No, no hay nadie más en la casa
-Esperemos un poco entonces...-Wesker tomó una silla y la acomodó frente a la puerta, como si esperara que mágicamente se abriese o alguna maravilla sucediese en ella...

A las 8 con tres minutos el timbre sonó desganadamete
-Abre.- La voz de Albert ahora tenía un dejo de ansiedad muy leve.
Chris abrió la puerta y vio lo que no esperaba
-¿Jill? ¿qué haces acá? ¿no quieres mejor que hablemos luego? ahora justamente estoy ocu...
-Déjame entrar Chris, que Albert me llamó y me citó acá
-¿Pero que tu que?-Volteó Chris a ver a Wesker-¿Qué tiene que ver ella en esto?

Albert movió al chico y dejó pasar a Jill, conduciéndola a la sala.
-Hora de la diversión...-Albert sacó un pequeño revolver y lo apuntó, enfocando, al centro del pecho de Jill... luego al de Chris... se paseó por la sala caminando con el revolver en mano.

-Todos los aquí presentes tenemos algo en común, además de Bravo y Umbrella... Todos compartimos un secreto...-La voz de Albert se iba tornando más oscura poco a poco...-Y ya es hora de que se hable... Jill... tu función es ser testigo...¿Entendiste? si tu respuesta será NO, entonces creo que podré gastar dos de mis preciosas balas en atravesar tus blancos y suaves pechos con ellas...-Jill asintió sin inmutarse de la amenaza- Tu Redfield... presta atención...-

Albert cargó el arma, quitó el seguro y la apuntó al corazón del chico-solo tengo una cosa que decirte antes de que todo esto acabe...

*--Silencio en la habitación... no corría viento... no había ni un alma cerca... silencio sepulcral y helado...--*

-Te amo Redfield...-Dicho esto, tomó el arma, la dirigió a su sien y disparó, volándose la cabeza, que desde meses atrás solo le pertenecía a Chris...
El grito ahogado de Jill y la sorpresa de Chris invadieron todo por un instante...


Sudando, Albert despertó en la cama de Jill, con ella en sus brazos, desnuda, bañada por los rayos de sol de media tarde que se colaban por la cortina blanca de la habitación del departamento en el que, preso de la fiebre y las pesadillas, había visto la respuesta deseada en Chris... él también lo amaba...

-Ni en sueños me dejas, bastardo...-Susurró Albert. Abrazó a Jill con mas fuerza y cerró los ojos, para perderse en el calor de la chica y su perfume a flores húmedas, pero pensando aún en la mirada de quien fuera, de ahora en adelante, el secreto ladrón de su tranquilidad...

miércoles, 6 de abril de 2011

Némesis

Recuerdos se anudaban en su pecho, y le cortaban la respiración. Las gotas de sudor frío recorrían sus mejillas y los laterales de su cuello. La fiebre se apoderaba de la cordura de Albert.

En la oscura habitación, las sombras lo abrazaban y lo ahogaban, haciendo que no supiera si estaba dormido, despierto-, vivo o muerto... entre la luz, las sombras y el trasluz mate de un cristal biselado...
Tomó el móvil, marcó un número y se llevó el aparato a la oreja.
-Valentine... ven ahora mismo... tenemos que hablar...
-Albert: son las 2 de la mañana... no puede ser más tarde?
-Ven ahora si no quieres que el chico al lado de tu almohada amanezca sin su juguetito...
dicho esto colgó el móvil.
Se levantó y, como pudo, se incorporó y caminó hasta llegar a la sala.
Tomó una botella de whisky, un vaso y se sentó a esperar... 10 minutos más tarde alguien tocaba la puerta.
-Ábreme inmediatamente o te volaré los sesos después de volar la puerta
-Se más paciente, que aún no puedo andar bien...-Abrió la puerta y la jaló del brazo.-deja de apuntarme con el arma si quieres salir viva de este lugar-. Sin que Jill se diera cuenta, Albert la había despojado del arma y ahora le quitaba las municiones... terminado esto la devolvió y la condujo al salón.

-¿Quieres tomar algo?- Albert ofreció cortésmente, pero Jill negó con la cabeza...
-Dime de una vez, ¿De qué quieres que hablemos?
-Me gusta ese chico... Redfield... el niño moreno...
Jill enmudeció y abrió los ojos, asombrada...-¿TE GUSTA CHRIS?
-SHHHH!! no hables tan fuerte... si, me gusta ese tipo... y creo...-Las palabras de Albert tomaron un tono de duda
-¿QUÉ CREES ALBERT?
-creo que lo amo, mujer, eso creo...

El silencio reinó en la habitación por un momento y Jill tomó la palabra
-¿Me sacaste del apartamento de un Boliviano sensual solo para decirme que te gusta un niño?
-Si, y no me importa haberlo hecho... mi estabilidad emocional es más importante que tus noches negras... si no te gusta, entonces cambia de móvil y listo, no te llamaré más...
-He intentado esa táctica más de 7 veces y no me ha funcionado... siempre me localizas
-La perfección es inevitable, Jill, y lo sabes...

Jill se puso en pie, le dedicó una mirada profunda, cargada de odio, y salió del lugar, sin siquiera despedirse...
Albert tomó su teléfono, marcó otro número y escuchó atentamente, esperando que respondieran... una voz adormilada respondió después del noveno timbrazo...
-Redfield al habla...
-Ve al bar de la novena... te espero en 15 minutos... si no vas, mataré a Jill...
Albert colgó, tomó sus pantalones, su gabardina y salió mientras se acomodaba el cinturón y la pistolera. Cruzó las calles caminando hasta llegar a la entrada del bar en que había citado a Chris... esperó fuera un rato... vio su reloj y comprendió que debería matar a Jill si Chris no estaba dentro... Abrió la puerta, contempló el lugar casi vacío y divisó al chico sentado en una mesa al fondo, aún en pijama, sin camisa y con unas deportivas calzadas.
Albert se acercó, pero Chris le indicó que hablarían mejor fuera, así que, dando media vuelta, Salieron los dos casi juntos.
-¿Por qué me llamaste? ¿Por qué a esta hora? ¿Qué tiene que ver Jill en esto?
Sin responder, Albert entregó un papel doblado a Chris, bajó sus anteojos oscuros y lo miró fríamente...
-Si cae en manos equivocadas asesinaré a Jill cruel, dolorosa y lentamente...
Sin hacer caso a la respuesta del chico, caminó hacia la oscuridad y se perdió entre las sombras... Chris se quedó unos momentos de pie, fuera del bar, contemplando la hoja que aún no había leído.

Chris caminó por más de media hora, hasta llegar a su destino... subió las escaleras del edificio hasta el cuarto piso, tocó el timbre tres veces cortas, tres largas y tres cortas de nuevo. Abrieron la puerta, Albert entró y, con su voz sombría, pero cargada de toques fogosos habló...
-No soy un boliviano, pero se que puedo hacerlo mejor que él y que todos los de esta semana juntos...
Sin más palabras, Jill y Alber se entregaron al fuero efímero de la noche cómplice...

Por su parte, Chris caminó a casa y, al entrar, se sentó con una copa de vino en la mano. Sacó el papel del bolsillo del pijama y lo desdobló cuidadosamente.

Leyó con atención una vez, luego otra y otra... pasó toda la noche leyendo la nota, hasta que el sol aclaró el cielo...



''TE AMO''...

domingo, 6 de marzo de 2011

Raices...

Sentado en el sillón de la sala, con un cigarrillo entre los labios, Albert pensaba en todo lo que había pasado, desde siempre... recordaba a sus viejos compañeros de la STARS... su posición en Umbrella... sus compañeros del equipo Bravo... con cada nube de humo, las imágenes se volvían más confusas y aterradoras, al grado de hacerlo apagar el cigarrillo sobre su mano.

Tomó el teléfono, marcó un número sin ver la base, y esperó a que, al tercer timbrazo, contestaran...

-con Redfield...

una serie de tonos variados indicaba que estaban conectando la llamada a través de los intercomunicadores de la oficina.

-¿Hola? ¿Quién habla? ¿Qué desea?
La vos de Chris sonaba tan dulce en ese momento... algo dentro del pecho de Albert comenzó a tratar de crecer, pero lo sepultó bajo una gran pila de vigas, como anteriormente Chris lo hiciera con él.

-Te espero en el White Horse, a las 9... si no llegas quebraré tu cuello con mis propias manos.
Sin esperar a que el chico respondiera colgó el auricular con fuerza

''si no llegas, chiquillo, no dudaré en enviarte con tus compatriotas de la Bravo...''

Se puso en pié y se dirigió su habitación, para tomar una ducha... dejó su gabardina sobre la cama, luego su camisola blanca y sus pantalones negros... Casi desnudo entró a la ducha, abrió la llave del agua fría y se terminó de desnudar... entró lentamente a la ducha y dejó que el agua helada acariciara su cuerpo suavemente con su agraciado beso de tranquilidad.

Salió del baño, se vistió lentamente, y mientras tanto, dejó que sus pensamientos vagaran por los riscos de las montañas Arklay... cuando vió el reloj por última vez, antes de ducharse, eran las 5:15, y ahora eran las 8 menos 20... No le importó mucho la hora. Salió de casa, buscó un taxi y se perdió en las concurridas calles de nueva york.

Al llegar, pagó al taxista, entró y observó el lugar, que estaba repleto de gente. No obstante, entró y ocupó un lugar libre en la barra.

-¿Le sirvo algo, señor?- la voz amable del camarero exasperó a Albert, quien le gritó con desprecio
-¡ Tráeme un maldito ron en las rocas!-. El muchacho obedeció sin responder y sirvió la bebida, sin dejar de observar a Albert muy cuidadosamente...

Pasaron los minutos, y con ellos los vasos de ron, y Chris no aparecía... pensó en irse, miró su reloj y vio que tan solo habían pasado 15 minutos de las nueve... Decidió esperar, pero algo en él se apoderaba de su calma... no sabía que le diría, ni porqué lo había citado esa noche en aquel lugar. Solo sabía que debía verlo.

Estaba harto de esperar... y estaba decidido a buscarlo al día siguiente para golpearlo, cuando una mano lo toma por el cuello y le apunta con un arma en las costillas

-¿Qué deseas, y por qué me haz citado?- La vos de Chris no era tan dulce esta vez... la aspereza en ella, junto con ese toque de molestia agradaron a Albert, quien se giró sin importarle el arma que le amenazaba.

-Salgamos de aquí, chiquillo, que no quiero que tu sangre manche la barra-. Diciendo esto, tomó al chico por el cuello de la camisa y lo condujo hasta el callejón más alejado de los ojos curiosos... lo sometió contra la pared y le habló suavemente, pero con algo de imposición sobre sus palabras

-¿Destruiste las fotos?, ¿Te aseguraste de que Nadie las viera?, ¿Quieres conservar tu vida?-. las palabras de Albert se atropellaban unas contra otras en su garganta, Chris le respondió seriamente
-Si, Si, y Si...- Lo miró a los ojos, retadoramente, y se acercó a su cuello, para hablarle al oído, con su voz varonilmente seductora. -¿Qué piensas hacer ahora, Albertito? ¿Piensas terminar Bravo, o piensas terminar lo de la otra noche?-. Dicho esto, Chris besó el cuello de su amado y subió, hasta el lóbulo de su oreja.
Las manos de Albert se volvieron rápidas y sigilosas, pues sin que el chico lo notaran, ya lo desvestían, mientras los labios de Wesker bajaban desde la garganta hasta el abdomen de Chris con besos tibios y suaves.

El chico se sonrojó y bajó la guardia, comenzó a acariciar, igualmente a Albert, quien al notar que este le correspondía, reaccionó salvajemente, mordiéndole el cuello y metiendo una de sus manos en los pantalones de Chris... Reinó el silencio por unos instantes, luego se rompió con un gemido ahogado, luego otro, y otro más fuerte... poco a poco el silencio de la noche se volvió una agitada respiración... Sin saber como, Albert lo dominaba, y no podía resistirse.

Wesker continuó con el juego por unos minutos más, luego se detuvo en seco y tumbó sobre el suelo frío al chico. Se puso a gatas sobre él y se acercó a sus labios... Bajó sus anteojos para verlo y fulminarlo con la mirada...
-Si quieres conservar tu vida, no me provoques, que me excita más la idea de matarte que la de hacerte el amor...-
La voz de Albert fué fría e indiferente, pero con un dejo de deseo en ella... Se levantó, sacudió el polvo de su gabardina y partió, desapareciendo en medio de la negrura del callejón solitario...

Respirando agitado, desorientado y deseoso de poseer a Albert, Chris se puso en pié, sacudió su camisa, se alisó el cabello y regresó al bar, acomodando su ropa lo mejor que pudo... se acercó a la barra y ordenó una cerveza fría... No tenía deseos de regresar a casa, ni de caminar mucho... solo quería perderse en la suavidad de la espuma y soñar con ese primer momento, a la luz de la luna, en los brazos de quien, ahora, ocupaba todos sus pensamientos...